Un olor a cemento, clavos y suela…
Subir las escaleras de madera y ver por el barandal el techo de lámina de enfrente las lagartijas. Solo mirarlas.
Después comenzaba a jugar con el imán en el cuarto-taller en la parte de arriba de la casa. De repente preguntaba cosas, ¿para qué esto, lo otro? Y siempre tuve respuestas. Y como a las diez tal vez, o un poco antes, el llamado a desayunar. ¿Qué va a ser de desayunar? Yo preguntaba a veces y la respuesta siempre era la misma: ¡Lo que haya! Me decía con voz enérgica y firme. Realmente, como que sentía un gusto en saber que lo que hubiera comería y quería escucharlo, por eso lo provocaba, además nunca tuve problema con lo que hubiera para almorzar, comer o cenar.
Una taza grande de café negro recién preparado, un desayuno tranquilo, en silencio, soleado, lleno de plantas, un carro oxidado y viejo con tortillas puestas a secar sobre la lona que lo cubría, las hojas secas del árbol inmenso en ese pedazo tan pequeño sembrado moviéndose con el viento y dejando caer los nidos que más tarde recogeríamos y yo me entretendría observando las avecillas no desarrolladas, no nacidas.
Y luego tomar la bicicleta, sentarme atrás y seguir las instrucciones: Agárrate bien y no bajes los pies. Era divertido, era inteligente, lo hacía bien pero era niño y era curioso. Bajé el pie subiendo el puente de San Juan y la bicicleta se detuvo. Mi pié atorado; yo, llorando y gritando. Con cuidado y ayuda de otro señor lograron zafar mi pié de la rueda. Ahora lo sentía entumecido y caminaba, o sentía que caminaba, como un lisiado. Al menos eso valió ir a una dulcería… ya saben… para que al niño se le olvide lo que pasó.
Regresamos con bicicleta, material para más zapatos, dulces y un pié a salvo.
Así quiero recordar a mi abuelo. El "Todo Bondad", el sereno, el concentrado, mi abuelo el zapatero que una vez me hizo unos zapatos que no quería llevar a la escuela, que alguna vez fue a visitarme y me llevó al kínder, el que hablaba de política, el luchador social, el de la bicicleta vieja, el de la gran taza de café caliente, el que le va al "Aclante" y vive en "Panticlán", el bebedor de pulque, el de Santa Julia (sí, oía las leyendas del felino), el rezador nocturno, el podador del árbol más grande en toda la colonia, el esposo de Catalina, padre de David, Miguel, Patricia, David, Sergio, Jorge y Arturo, abuelo de David, Jorge Sebastián, Miguel Ángel, Sergio Amaury, Olivia Abigail, Giovanni, Lizbeth, Angélica, Patricia, José David, Penélope Gabriela, Dulce Alejandra, Lidia, Daniel, Arturo, Miguel, Sandra, Griselda, Adrián, bisabuelo de Lilian Michelle, Fergie Valentina, Alan Yael…
Nos vemos, abuelo… "Pa' vid"