04 junio 2010

La foto mágica II

II

Más tarde llegaron las autoridades correspondientes e hicieron su labor. Yo no permanecí en el lugar para entonces, de hecho no recuerdo cómo fue que regresé a casa, en qué momento, solo sé que llegué y volví al comedor. Ya estaba anocheciendo para entonces, mi comida estaba completamente fría y mi apetito desaparecido.

Sé que he dicho que me he quedado impresionado como un millón de veces, pero no tengo otra forma de describir tales sucesos. Por un momento pensé que estaba soñando, que era cuestión de cosas vividas o algo por el estilo, pero al suceder el accidente y sentir el calor del motor aún funcionando de la camioneta y los gritos de la mujer al ver a quien supongo era su hija, no cabe duda de que todo estaba sucediendo.

Y para aclarar lo que pasó en el accidente:

La camioneta se acercó al cruce con gran velocidad, la conductora no vio que el semáforo estaba a punto de cambiar a rojo, una persona ya estaba cruzando la avenida y la camioneta no alcanzó a detenerse; intentó frenar sin éxito, derrapó y fue a chocar con el poste del semáforo, la niña salió disparada por el parabrisas, la mujer que cruzaba la calle intentó correr y tropezó víctima del susto o qué se yo, pero al caer se golpeó la cabeza. Lo demás ya lo he contado.

De nuevo en mi mirada puesta en la sopa fría, busqué la foto con la mirada y la encontré debajo del comedor; seguramente la había tirado al momento de salir a ver lo del accidente. Y en efecto, de nuevo se encontraba en blanco, pero esta vez, al acercarla a mis ojos, ninguna figura se dibujó ni aparecían colores extraños en el papel. Ahora simplemente se había quedado en blanco.

Horas más tarde, salí a caminar un poco por el otro lado de donde lo ocurrido, pero aún así, el tema estaba en boca de todos y algunos me detenían para preguntarme lo que había ocurrido pues me habían visto en el lugar del accidente junto a la niña. Yo respondía con educación pero sin ofrecer detalles de lo que había presenciado, para evitar aglomeraciones a mi alrededor.

Realmente estaba llegando a un punto en el que quién pasara y volviera a preguntar, seguramente le contestaría con un golpe o un escupitajo, la gente estaba fastidiándome demasiado hasta que me encontré con Rafael, un viejo amigo de la secundaria. Él me libró de un montón de señoras que estaban próximos a rodearme por completo. Al fin alguien me hacía sonreír este día de tantas cosas extrañas.

Caminamos sobre el camellón de la Av. Marruecos, recordábamos viejos tiempos, también viejos amores, viejas borracheras, etcétera. Pasábamos las primeras horas de la noche de manera alegre, por un momento había olvidado todo, pero en uno de esos momentos en los que nadie dice nada, me recordé de las fotografías, el noticiero y el accidente en la esquina de mi calle. Creo que mi rostro cambió inmediatamente por que Rafael me preguntó qué me pasaba. No respondí nada claro, uno que otro balbuceo, algo para quitarme su mirada insistente de encima, pero es difícil hacer eso a un amigo que te conoce desde la infancia prácticamente.

Cedí ante su mirada insistente. Le conté lo ocurrido, todo, desde que tomé la foto en blanco hasta la niña muerta de hacía unas horas. Su rostro fue sereno, parecía no haberle importado la historia. Como si le hubiera contado un mal chiste. Y así como si nada, me lanzó una pregunta que me irritó de sobremanera, me preguntó que cómo iba con mi tratamiento de la migraña. Sí, otro asuntito secreto de mi de pronto enfermiza vida.

Resulta que padezco de esta situación y llevaba un tratamiento desde hace un tiempo, que sinceramente deje de llevar por pura pereza. Además, de una extraña manera, los ataques dejaron de aparecer desde que dejé el tratamiento. Entenderán, pues, que no tenía razones para pensar que lo que había visto era producto de mi imaginación, además los hechos estaban ahí. También soy un hombre, sino científico, que se apega a la ciencia para intentar resolver los misterios de la naturaleza, por lo que aún esta situación intentaba darle alguna explicación lógica a todo lo ocurrido y no me aferraba a seres divinos ni piedras milagrosas. Por todo lo anterior, su pregunta sobre la migraña me hizo irritar de esa forma, detuve la caminata y le pedí que no se volviera a acercar a mi casa. Fue algo duro todo aquello, pero creo que si un amigo no podía creer algo tan importante para mí y además quisiera hacerme ver que puedo estar imaginando cosas, entonces esa persona no podría ser un amigo de confianza.

Rafael intentó decirme algo cuando sintió mi molestia pero yo simplemente di la media vuelta y tomé rumbo a casa, a encontrarme con mi comedor, mi sopa fría que no había levantado y a intentar dormir sin pesadillas, después de aquél sangriento y triste día.

03 junio 2010

La foto mágica I

I

Noté que en el fondo de la caja de las fotografías había una en blanco, la tomé y al acercarla a mis ojos, observé que una figura de un árbol se dibujaba, alrededor del ´árbol había unos niños al parecer jugando con una pelota y un hombre pasaba en tercer plano paseando a su perro. Creí que mis ojos me hacían una mala jugada y que en alguna ocasión había tomado esa fotografía.

En la tarde me gusta ver la televisión mientras como, para eso instalé un pequeño televisor junto al comedor. Vivo solo, así que el ruido de la televisión me hace compañía. Comenzaban las noticias de la tarde, el conductor da una nota de esas que no le hacen daño al mundo, es más, te sacan una sonrisa. La nota trataba de la inauguración de un parque a unos diez minutos de mi colonia, pasaban imágenes del delegado inaugurando el lugar rodeado de un montón de lambiscones y de gente que aplaudía y gritaba. Mi sorpresa llegó cuando en un acercamiento, observé la imagen del árbol, los niños jugando y el hombre con su perro. Dejé mi cuchara a medio camino del plato a mi boca, deje de escuchar al reportero de la televisión, un pequeño viento movió las cortinas de la ventana de la cocina, no parpadeé y mi corazón se aceleró tremendamente. Como he dicho antes, me quedé absorto y corrí hacía la caja de las fotografías para encontrar aquella en blanco que se había transformado.

Mi sorpresa fue aún mayor al encontrar de nuevo una fotografía en blanco. La tomé y al acercarla a mis ojos para observar claramente, pude notar que de nuevo comenzaban a mostrarse una mezcla de colores que tomaba formas específicas, en esta ocasión apareció la imagen de una tienda que está en contra esquina de mi calle y que puedo ver desde mi departamento, también se veía en una esquina un montón de vidrios rotos sobre el pavimento.

Corrí hacía la ventana y noté que tenía la misma perspectiva de la foto desde mi ventana, era como si mi mirada se hubiera plasmado en el papel. Busqué con mi mirada vidrios rotos sobre el pavimento pero no distinguí nada. Me quedé unos cinco minutos contemplando la imagen en la mano y la realidad en mis ojos, si es que algo real pasaba ante mis ojos.

Cuando caminé de regreso al comedor, un poco más tranquilo pero todavía bastante extrañado por la situación, estaba a punto de sentarme cuando escuché un golpe muy fuerte: un choque de autos cercano. Rápidamente me asomé por la ventana (de nuevo) al igual que los vecinos y la gente de abajo corría a ver qué había pasado. Desde mi ventana, por fin observé pedazos de vidrio sobre el pavimento. Comprendí que había pasado un accidente y que seguramente esos fragmentos eran de alguna ventanilla de un auto.

Bajé rápidamente las escaleras del edificio y en menos de dos minutos ya me encontraba prácticamente en la esquina. Escuché llantos y gritos de dolor. Un hombre intentaba hacer reaccionar a una mujer que estaba en el piso tirada, sangrando ligeramente de la cabeza. Dentro del auto, los fierros retorcidos apretujaban las piernas de la conductora de una camioneta, involucrada en el accidente. Me acerqué a donde los vidrios que podía distinguir desde mi ventana, mismos que estaban enfrente de la camioneta, y pude observar que algunos estaban pintados de sangre; volteé la cabeza a mi derecha y pude ver a una niña sobre el pavimento, con el cuello y el brazo rotos y una fractura en el cráneo mortal. Miré a la conductora y ella me miró directo a los ojos; me quedé helado ante tal mirada y silencio, había parado de gritar, yo no dije ni hice nada, me quedé ahí como tonto (uno no sabe qué hacer en una situación así). Creo que entendió mi silencio y mi falta de expresión porque después de unos segundos comenzó a gritar con más fuerza y terror. Todo pareció enmudecer de pronto a pesar de estar con toda su fuerza el grito de aquella mujer, creo que a todos nos empezó a salir un sudor frío por todo el cuerpo y aquél que intentaba reanimar a otra persona detuvo también sus primeros auxilios por unos segundos. Era el dolor del mundo aquél que sentía la aprisionada conductora.

02 junio 2010

Qué se puede hacer con el amor

Kierkeergard menciona por ahí a los amores que por prohibidos se vuelven pasionales e intensos. Hoy quiero dedicar esta canción a un par de conocidos, amor prohibido, que la distancia los separará pero creo que su voluntad los regresará tarde que temprano, así sea un amor tonto, prohibido, inmaduro, qué se yo… "Sólo el amor convierte en milagro el barro…"

Qué se puede hacer con el amor

(Silvio Rodríguez)

 

(1969)