Rituales Auditables
Según mis entendederas, los auditores son unas personas muy feas y muy gordas frente a las cuales las personas se desviven en atenciones, pero en cuanto se voltean, les mientan la madre.Dicha descripción es muy vaga y confusa, ya que dentro de ella podríamos meter también a la policía, los jefes de obra, los empleados de catastro y los valuadores del Monte de Piedad.
La fenomenologia de las auditorias podría abarcar 26 tomos sin márgenes, pero podríamos asegurar que hay rasgos generales y sempiternos que todos podemos reconocer.Por ejemplo, un jefe malencarado y autoritario se vuelve un gatito juguetón frente a un auditor, no importando que este sea prognata, oligofrénico y huela a col agria. El jefe malencarado le dedicara palabras melosas y promesas de amor eterno en cuanto entre a la oficina.También las auditorias tienen el curioso efecto de hacer aparecer de la nada procesos y seguimientos desconocidos por todos los afectados.
Por ejemplo, cuando un auditor pide cierta información, o pregunta sobre cierta cláusula en algún contrato, el jefe malencarado de pronto se vuelve un jefe creativo y le pregunta muy serio al ayudante mas cercano:
—Oye Juan, ¿Comprobaste que la fianza del contratista estuviera registrada en Deuda Publica?
Si aquí Juan no capta inmediatamente por donde va su jefe y en lugar de decir:
—Si jefe, me quedaron de mandar las copias certificadas en cuanto el notario regrese de sus vacaciones en Moroleón.
Dice algo como:
—¿Eh? ¿Cual fianza?
Puede irse bajando los pantalones y ponerse vaselina.Supongo que existe alguna oscura relación entre la ingesta de frituras y bebidas gaseosas y la disminución de las observaciones que los auditores levantan. Dicha relación también debe de implicar la regular ingesta de copiosas cenas y bebidas alcohólicas, pagadas, por supuesto, del presupuesto.
Para los que vemos los toros desde la barrera, los ritos de las auditorias son misteriosos, crípticos y un tanto siniestros. Mirando el vaso medio lleno, es mejor que a uno, en lugar de fincarle responsabilidades, sin deberla ni temerla, le finquen nomás malas caras después de un round auditorezco.
