Epistolario del subdesarrollo Silvio Rodríguez 1969
No No tengo que cerrar los ojos para ver Para ver aquella tarde en que Noel y yo cantábamos Y nos interrumpían pidiéndonos Canciones de Manzanero.

No
No tengo que cerrar los ojos para ver
Para ver las servilletas del Hotel Nacional
Decorando el Congreso Cultural
Que las pusieron lindas casi psicodélicas y todo
Pero ahora se han descosido
Las puntas y ya no es fresco comer ahí.
No
No tengo que cerrar los ojos para ver
Para ver las medias de hilo tan mal hechas
Que se hacen las muchachas
Que no pueden ir a Londres a comprarlas.
No No tengo que cerrar los ojos para ver Para ver a los pobres muchachitos Que arreglan como pueden sus pantalones Y los convierten en campanas Sordas o sórdidas.

No No tengo que cerrar los ojos para ver Lo mal que tiñen nuestros tintes Que se le caen de la ropa a las muchachas De cintas que quisieran ser tan brillantes Como el eastman-color Porque quien que haya visto Juego de masacre no ama el color para siempre.
No No tengo que cerrar los ojos para ver No tengo que cerrar los ojos para ver Lo que es nuestra moda a go-go Nuestros peinados Nuestros estilos de bailar siempre a la Retaguardia de cualquier extranjero.

No
No tengo que cerrar los ojos para ver
No tengo que cerrar los ojos para ver
Que nuestros jóvenes
Quieren esas cosas
Que para verlas tengo que cerrar los ojos
Y pensar el futuro.
No tengo que cerrar los ojos para ver
No tengo que cerrar los ojos para verlos
Ahora a ustedes apenas dentro del pequeño espacio
De mi guitarra rompiéndose el alma y las manos
Para vivir en un país de buenas servilletas
Pantalones de campanas sonoras Y colores que hagan palidecer a Europa A Europa misma, sí A Europa.

¡No tengo que cerrar los ojos para ver!