24 julio 2007

El mundo y el hombre

Los antiguos hablaban del hombre como un mundo menor, y realmente el término es de lo más acertado, pues si el hombre se compone de tierra, agua, aire y fuego, el cuerpo de la tierra es lo mismo. Del mismo modo que el hombre tiene en su interior huesos como soporte y armazón para la carne, el mundo tiene las rocas que sustentan la tierra. Del mismo modo que el hombre tiene un estanque de sangre donde los pulmones se expanden y se contraen cuando respira, el cuerpo de la tierra tiene su océano, que también sube y baja cada seis horas con la respiración del mundo. Del mismo modo que de este estanque de sangre salen las venas que se distribuyen sus ramificaciones por el cuerpo humano, el océano cubre el cuerpo de la tierra con un número infinito de venas de agua.

No obstante, en el cuerpo de la tierra faltan los nervios, y su ausencia se debe a que la finalidad de los nervios es el movimiento. Como el mundo es perpetuamente estable, nunca tiene lugar ningún movimiento y, en ausencia de movimiento, los nervios no son necesarios. Pero en todo lo demás, el hombre y el mundo presentan grandes parecidos.

Leonardo da Vinci.