19 febrero 2008

Leyenda viviente (¿Los ignorados? ¿olvidados?)

Es un día cualquiera y voy a casa de Carlos. Entonces sale por alguna razón o causado por Misael, la plática sobre la segunda guerra mundial. "¿Cómo se llamaba ese tanque alemán... ¿Dónde fue ese desembarque famoso... Yo creo que la bomba de Hiroshima..."

De pronto Carlos comenzó a platicar las anécdotas que algunos vecinos, señores de edad, le han contado. Algunos fueron miembros del ejército mexicano. Pero quedé sorprendido al escucharle decir que el señor que vende nieves en la esquina de mi calle formó parte del escuadrón 201, sino mal recuerdo, de nombre Enrique, después pregunto su apellido.

Pasaron los días y Alejandro me visitó y por alguna extraña razón comenzamos a platicar sobre aquella famosa guerra, recordábamos los comentarios de Carlos y comenzamos a hacer cuentas. "El señor se ve como de unos 70 años, y aquello pasó... pon tú, para asegurar un año, en 1945 entonces 2008 menos 1945 son 63... entonces ¿!Tendría 7 años cuando se metió al ejército!? no no no... pero se ve de más edad..." Y seguíamos discutiendo esa parte; entonces, para no quedarnos con dudas, decidimos salir a comprarle una nieve y de paso preguntarle.

- ¿A cómo son?
- A tres con barquillo, a cinco en vaso...
- Dos de tres, por favor.
- ¿De qué va a ser?
- De chocolate con vainilla el mío.
- Igual yo.
(El señor entrega las nieves, se le paga)
- Disculpe, me llegó un chisme y quería preguntarle acerca de eso.
- A ver, dime.
- Me dijeron que usted participó en la segunda guerra, ¿es cierto?
- Sí, yo estuve en el escuadrón 201 allá en Guadalajara... y anduve allá en Hiroshima No, no, no, solo veías a unos pinches güeros de dos metros casi, por que así estaban los otros cabrones, y les decían: "¡Orale cabrones, trepense al avión y a chingar a su madre!" y se les abría a los changos esos. Sí, yo estuve ahí.
- ¿Y usted que hacía?
- Pues matar al pendejo que se atravesara y ya.
(Se hizo el silencio)
- ¡Gracias por contarnos, "don"!
- Orale.

Notamos dos cosas aquél día, la primera fue que vimos que no tenía muchas ganas de contarnos y que su rostro, al contarnos, se volvía en su mirada lejana y en sus rasgos serios; la segunda fue que al tenerlo de frente su edad no nos quedaba clara. Concluimos, pues:

- ¿Lo viste?
- Si
- Ya viéndolo de frente se ve mas "veterano"... ¿cuántos le echas?
- Unos... ochenta y más...

Nota: ¿Qué quién soy durante la conversación?... Quien concluyó la edad del señor.