¿Qué hay, mujer?
¿Qué te ha pasado?
No pienso visitarte, no quiero tener problemas. Espero estés bien. Espero leas esto. Me siento confundido. Tan de repente ha pasado todo esto, apenas te había visto por última vez no mucho antes de que te pasara todo esto. ¿Qué te sucede? Suena muy trágico ¿no? Solo pienso muchas cosas. ¿Por qué decidiste largarte así como así? ¿Quieres demostrarle algo a alguien? Para mi solo has demostrado ignorancia, cobardía y te me has caído del pedestal, pero hoy me preocupo (aunque no sé si debería) por tu salud. Te lo dije la otra vez: Debiste decirme por pura lealtad de amigos, pues cómo fue que estuviste pidiendo mi presencia cuando tu madre casi se te iba y ahí me tuviste expreso. ¡Ay, no sé si decirte más! Siempre me dices que te diga lo que pienso, y esto es lo que pienso; confusión, traición, preocupación, deuda, amistad cortada; nunca me había cortado así una amiga; mala onda, pero qué le hacemos, qué le hago. Me lo dijo alguien que aunque no creas (tal vez porque te duele aceptarlo, aunque no sé por qué), va madurando más y mejor que tu: Tanto juzgas a alguien y eres igual; ¡Que jodida suerte que venga a decirlo ella, y lo diga por ti! ¿No sientes... gacho... culero... qué se yo... que lo venga a decir ella, y lo diga por ti? A mi me rompería el orgullo, y no me refiero a ese orgullo de sentirse más fregón que el otro, sino al de sentirse bien por uno mismo, por lo que se ha hecho por uno y hasta por otros. Tal vez sea es estrés de hoy, entre la casa y el trabajo y unos malditos papeleos que no termino por huevón, o como sea, tal vez justifico así este arranque, pero también lo hago pensando que estás a mi derecha, como lo hacías comúnmente, y repito, creo que me pedirías mi opinión, y sabes que así te hablaría. Mas no sé, al verte, mi reacción, tal vez mi silencio sea más y mi coraje sufra una metamorfosis. Sabes que me quiebro fácilmente contigo. Ya no puedo hacer más, ni debo, ni quiero, por ti. Me duele, pero así lo decidiste. Gracias por todo. Que tu vida sea feliz. Adiós.
