12 febrero 2012

Por la culpa de este profesor.

Un texto de Ibargüengoitia me hizo recordar a un profe de ciencias de la secundaria.

Recuerdo que en su clase aprendí por qué los barcos, siendo tan pesados, no se hunden, por qué el chile pica, por qué el hielo flota, por qué un avión puede volar, por qué las tortillas "sudan" cuando las metemos en el refrigerador, por qué el agua moja (de manera sencilla y clara), aprendí que "cógito ergo sum" lo profirió un señor Descartes, lo mismo que se me quedó la frase: "la diferencia radica entre pensar y hacer las cosas", me aprendí la tabla periódica y todavía sé qué elemento es cada símbolo (excepto las dos líneas de abajo que quién sabe cómo se llama esa sección), recuerdo que abrimos un animal en la clase y vimos similitudes con el cuerpo humano, acá entre nos, fue de las primeras veces que tomé cerveza, no en su clase, pero sí con el profe, recuerdo que a veces le prestaba unos discos de playstation y él me prestaba sus juegos que no me gustaban, pero los aceptaba, luego aprendí que a veces el desempeño de un estudiante no puede ser plasmado en un número y una vez, obtuve un punto más por leer las letras pequeñas en un examen.

Recuerdo esas cosas y no recuerdo cómo balancear una fórmula química, ni sé si eso se deba expresar así, me cuesta mucho trabajo resolver problemas de "despejes", confundí muchos años lo que era una mezcla homogénea y una heterogénea hasta que aprendí por separado y en otra clase "homo" y "hetero", a este rubro de cosas inútiles agrego el haberme aprendido la tabla periódica que hasta hoy me sirve solamente cuando hay un concurso de televisión y preguntan ¿Qué elemento es "Hg"? y respondo desde mi sillón ¡mercurio! ¡mercurio! lo que me lleva a recordar que no todos los líquidos mojan, como el agua, y que cuando aprendí eso, junto con lo del avión, el hielo, el barco, las tortillas y lo enchilado, se satisfizo mi curiosidad de semi-niño, lo mismo que cuando abrí a un ratón y no tuve el valor para matarlo con mis manos y desde entonces siento pena si mato una cucaracha. Cuando tomamos esas cervezas fue después de haber perdido un concurso en el que participamos todos los del salón, pero solamente los hombres fuimos a beber una y solamente una cerveza y en secreto (hasta hoy quemé esa lealtad que ahí aprendí). Hoy todavía me pregunto por qué intercambiaba conmigo juegos de playstation y a veces creo que me respondo cuando juego con mi hermano el más pequeño. De vez en cuando recuerdo alguna frase célebre y trato de darle un sentido para mi vida o mi paz interna. Desde aquellos cursos con este profesor pienso un poco más en cómo es que una persona puede llegar a ser lo que es y me duele cuando un profe me pone 6 en algún trabajo que me ha costado tanto, pero también sé que difícilmente podría reconocer "la subjetividad", esa de la que mi profe me habló una vez y me hizo más humano.

Quizá hoy, por la culpa de este profesor, en este momento reprobaría con todo lujo cualquier examen de ciencias...

Pero me siento feliz de haber aprobado en algún rubro para la vida.

También por su culpa... ¿o por su impulso?

Ah, el texto de Ibargüengoitia se titula: "¿Más escuelas? Confabulación diabólica."

Un saludo, ese profr...!!