10 octubre 2008

El mártir

Entonces, la pequeña criatura, al igual que José, fue abandonado a su suerte entre las rocas. Pero no tuvo la misma fortuna, pues los aborigenes lo esperaban deseosos de probar todo su interior. Las vísceras desprendían un olor penetrante y apetecible para las hambrientas criaturas.

Mientras veían caer al indócil, aquellos que lo habían arrojado ya bebían cerveza y gritaban de alegría. Todos miraban atentos las bocas hambrientas.

-¡Ya no es más tu tiempo! ¡Morirás al igual que tus antepasados, en el olvido! Gritaban algunos con prudencia, otros lo hacían con coraje, violencia y odio, pero todos deseaban lo mismo: ver correr la sangre del desafortunado.

-¡Vaya muerte que me espera!- Pensó el exhausto antes de dejarse devorar.

Los aborigenes saborearon cada parte de su cuerpo. Segundos después tomaron una fuerza increíble.............

Historia sin concluir.... tal vez regrese la idea algun día...

me lleva