Y las luces se apagaron. La oscuridad llegó al fin, una oscuridad especial. Emoción, enigma, sorpresa, -"¿es todo?"- me pregunté. Oscuridad, no por completo, oscuridad tentadora, oscuridad impetuosa, oscuridad de un par de copas, de compáses, de piano y voz, de oído atento, de unas cuantas risas, de cantos mudos. "Todo pasa y todo queda... Yo solo la veo a ella: La Bella. La Bella que no me ve...". ¡Salud! ¡Un trago, compañero! ¡Un trago pa' la dama! Oscuridad de buen bar, de buena botella. Un poco la charla, un poco la risa, oscuridad para todos, acompañamiento multitudinario a oscuras, alegría. "Nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan: Adiós..." Una lágrima traicionera... ¡No llore, hombre! "¡Porque soy como el árbol talado, que retoño! ¡Y aún tengo la vida!..." Oscuridad de contrastes. Y una y otra vez, parecía no terminar. ¡Queremos más de esta agradable oscuridad!... "Cuentan en el pueblo, que el caminante volvió..." Oscuridad de complacencias, de: ¡Una copa más y me voy! y "¡Vamos bajando la cuesta!..." ¿A dónde vas con la guitarra? Está bien. Oscuridad de Hasta Pronto y Gracias.
¡Salud!