03 enero 2012

Pedía una dirección

Le pedí la dirección postal a una amiga con la intención de escribirle y enviarle la carta, una carta de verdad, un escrito de puño y letra, algo distinto a las letras electrónicas que no huelen a tinta ni a grafito.

De ahí realicé algunas reflexiones, la primera fue sobre el regalar algo escrito con mis manos usando un bolígrafo y una hoja de papel, y que fuera enviada por el correo postal. Esto hace mucho que dejé de hacerlo, bueno, nunca ha sido así como un pasatiempo o hábito o no sé cómo llamarlo, pero un tiempo estuve escribiendo a algunas personas y más porque una amiga lo hizo primero conmigo; me escribió. Yo no sé pero creo que mucha gente nunca en su vida ha recibido algo por correo postal que no sea e recibo del teléfono o alguna tarjeta del banco. 

Cuando uno recibe la carta de un conocido, como que la cosa cambia. Llega el asombro, la sorpresa, el qué será y luego uno la abre, la lee y la guarda para no perderla; también dan ganas de responder y a veces se hace. Es más complicado y lento que un correo electrónico, pero pienso que el detalle es más valioso. ¿Usted qué opina?

Otra reflexión salió al momento de pedirle su dirección. Comenzó a interrogarme ¿para qué la quieres? ¿qué necesitas?, si no me dices el por qué no te la doy y esas cosas salieron durante la conversación. Casi quemo lo que quería hacer, pero ¿no es más que obvio que si te pide un amigo tu dirección pues es para enviarte algo? Quizá no soy tan su amigo como yo pensaba, ja, pero me intrigó el asunto un poco. ¿Será que ya estamos tan asustados de todo mundo? Yo creo que si. 

En fin, me recordó unas líneas de "A quien corresponda" de Joan Manuel Serrat:
 
"Que las manzanas no huelen,
que nadie conoce al vecino,
que a los viejos se les aparta
después de habernos servido bien.

Que el mar está agonizando,
que no hay quien confíe en su hermano,
que la tierra cayó en manos
de unos locos con carnet.

Que el mundo es de peaje y experimental,
que todo es desechable y provisional."

Y al final me quedé pensando sobre dónde estarán todas esas cosas que escribimos en una computadora, llegan a otra y ahí se quedan. ¿Existe en algún sitio?... Un día se va la luz eléctrica, nos volvemos locos y se pierden los correos de nuestras cuentas. Una carta postal sobrevive a eso.

Como sea...
Algunos disparates nada más.