10 enero 2012

Reía de tanto llorar

Segundo día del curso de la "Paz". Y pues sí "¡paz!" con cada tema me saltan dudas y me creo conflictos mentales. Creo que es necesario y lo expreso; de eso debe de tratarse todo esto, de generar dudas, inquietudes. Quizá más adelante encuentre algunas respuestas, quizá no encuentre ninguna, pero seguiré preguntando.

De entre todo lo ocurrido, aprendimos a ver dónde se manifiestan algunas emociones; dónde, físicamente. Por ejemplo, decía Eva que el enojo pues en los brazos, los puños y así, lo curioso fue saber que el amor, el miedo y la alegría tenían sensaciones muy parecidas. ¿Será entonces que algunos miedosos temen al amor? ¡Ja, ja! No quiero mencionar a nadie. A mi no me da miedo el amor, tan no me da miedo que he estado a punto de dejar más de la cuenta en algún intento o en alguna relación. ¡Cómo sea! 

Regresaba leyendo a Desmond Morris en su libro El mono desnudo y curiosamente encontré algo referente a la risa y el llanto. Pienso que tiene que ver con el miedo, la alegría y el amor. Me reía bastante y pensaba en esa casualidad de estar viendo emociones y sensaciones en el curso y luego leer comportamientos que van de la mano, con este libro. Comparto aquél fragmento:

Cuando se dice que alguien "lloraba de tanto reír", se expresa esta relación;  pero, en términos de evolución debería decirse al revés: reímos de tanto llorar. ¿Cómo se produjo esto? Ante todo, es interesante observar lo mucho que, como hábitos de reacción, se parecen el llanto y la risa. Tendemos a olvidarlo, porque ambas acciones responden a estados de ánimo muy diferentes. La risa, como el llanto, requiere una tensión muscular, abrir la boca, distender los labios y respirar exageradamente, con intensas espiraciones. En grados de alta intensidad, incluye también el enrojecimiento de la faz y el humedecimiento de los ojos. Pero las vocalizaciones son menos roncas y no tan agudas. Sobre todo, son más breves y se suceden con mayor rapidez. Es como si el prolongado gemido del niño que llora se fraccionara, cortado en pequeños pedazos , y al propio tiempo se hiciera más suave y más grave.

Parece como si la reacción de la risa fuese una evolución de la del llanto, como señal secundaria producida subsiguientemente. Ya he dicho que el llanto se presenta en el momento de nacer: en cambio , la risa no aparece hasta el tercer o cuarto mes. Esta aparición coincide con el desarrollo del reconocimiento de los padres. El niño inteligente puede reconocer a su padre, pero es el niño que ríe el que reconoce a su madre y a distinguir a ésta de los otros adultos, el niño  puede murmurar y emitir sonidos inarticulados, pero no ríe nunca. Cuando empieza a distinguir a su propia madre, empieza también a tener miedo de los otros adultos, de los extraños.

Me gustaría compartir más, pero sería transcribir un capítulo entero, casi casi, de cuestiones de comportamiento humano de la cría, cosas del llanto, etcétera. ¿A poco no es interesante?

Le decía a Martha que este libro y este taller, me están dando vueltas en la cabezota. Repito, creo que está bien, de eso se trata. No me clavo, me intereso nada más.