Dramática conversación en la que no podía dejar de pensar en la angustia y desesperación que sentía al no poderla besar. ¿Por qué? No existe la menor idea, pero intenta seguir en escucharle como hasta ahora. Debe hacerlo mientras no cambie el tema de conversación.
Dramático momento, aquél en que compartió su angustia y la desesperación que sentía al no poder verse impresa en el ojo de aquél potencial señor contratista, pues su estatura y pinta lejana le hacían creer que debía realizar una metamorfosis radical a su imagen empresarial.
Trágico e insoportable aquél momento cuando el destello verde se tornó rojo; no cabía la menor duda de que la cuenta había sobrepasado la prorroga otorgada por el prestador de servicios que sin piedad cortó la conexión. En realidad, tuvo piedad, pues notó que la banal angustia reflejada en los ojos era demasiada, como si estuviera frente a su hijo; ¡pobrecito niño! ¿qué hará si no termina?… Después desconectó y se fue para nunca volver.
Y las banalidades siguieron ocurriéndome…
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18 febrero 2009
Banal
