Leía en una ocasión un artículo sobre la popularidad del futból en nuestro país. Este escritor se basaba en los triunfos que el futból nos ha dado a nivel internacional (el más grande, en títulos, el campeonato mundial juvenil sub-17). Decía que el futból no era popular porque otros deportes nos han dado más medallas en juegos olímpicos o en sus modalidades de torneo además de que existen más centros de prácticas para otros deportes, también se cuestionaba el porqué de que la mayoría de la gente se emocione tanto con el futból cuando es el que más nos decepciona.
Soy una persona común, vivo en el Distrito Federal, México, una ciudad futbolera. No puedo saber los orígenes de tal pasión en esta ciudad o en cualquier otra del país, pero sé que al igual que yo, muchas personas desde que aprenden a caminar, sus padres les ponen pelotas a patear y los visten de los colores del equipo del padre o de la madre. Vamos creciendo, jugamos la clásica cascarita y si tenemos un gusto enorme por la práctica de este deporte, hasta nos inscriben en un equipo en la colonia. De ahí para lo grande si es que se desea y se cuenta con el dinero para mantener las necesidades del futbolista-niño, además de la paciencia y constancia en general.
¿Cómo no va a ser popular el futból si la mayoría vivimos esta realidad? En México, sin meterme a estadísticas y porcentajes reales, podría estimar que un 65% de la población le va al Club América o al de Guadalajara, un 35% le va a otros equipos y al resto no le gusta el futból, no le gusta o lo considera que es un estúpido juego en el que no encuentran sentido alguno en que once personas estén empecinadas en meter una pelota bajo un rectangulito llamado portería. Lo que no saben ellos es que hay otros once jugadores evitando que el balón entre en el rectangulito que defienden. En fin, con esa gente no se puede debatir abiertamente.
El futból se puede jugar con cualquier cosa, un bote, cuatro piedras y dos jugadores son necesarios para improvisar la cascarita callejera con el bote de balón, claro está y las piedras de portería; se puede jugar prácticamente en cualquier calle o terreno y es barato de practicar y transportar; un balón barato que puede durar unos dos o tres meses si se jugara con el diario cuesta poco más o menos de cincuenta pesos mexicanos y para transportarlo necesitas una red que puede venir incluida con el balón, tus manos o si eres más hábil, llevarlo con los pies a donde quieras. Lo barato suele transformarse en popular, aunque no es una ley divina, en cualquier sociedad del mundo. Si observamos la popularidad del futból por este argumento y en nuestra sociedad, claro está que el futból es popular y queda aplastada la teoría de este escritor.
Pero si hablamos de logros internacionales, es cierto y triste para muchos: Es una decepción nacional. La selección mexicana de futból es de lo que más se habla después de un avionazo, guerra o cualquier otra nota amarilla o roja que suceda en el país. El futból no nos ha traído copas doradas mundiales o medallas del mismo color. Nos tiene al tanto de cada partido, con la esperanza en las uñas que terminan siendo devoradas en muchas ocasiones, pero ahí seguimos, viendo cada domingo el futból, mismo que, sin duda, a muchos les hace olvidar las tensiones del trabajo o convierte el fin de semana en fiesta con los amigos, la familia o en solitario con una cerveza. Es un espectáculo que regularmente convoca a las familias para pasar un rato juntos, aunque solo sea para ver el futból.
En mi caso es muy parecido, mi padre apoya a un equipo, mis tres hermanos a otro distinto y yo también, así que cada fin de semana es esperar el partido de cada equipo al que apoyamos y todos vemos el futból. ¡Ah! Pero no mencione a mi madre ¿verdad?
Las mujeres son un caso muy particular. A muchas no les gusta y a varias, si. Muchas aprenden a ver el futból para poder pasar un rato con el novio, marido, hijos, etcétera, es decir, para no quedarse en el olvido mientras el equipo del compañero juega. Es la competencia: Futból vs. Mujeres, donde la mayoría de las veces gana… mejor dejémoslo así.
Otras lo ven y lo practican y hasta juegan mejor que muchos hombres, si no me creen, basta ver los partidos de la selección femenil, que en esta ocasión quedaron fuera y muy lejos de conseguir algo trascendental, pero que en su modo de juego dan lecciones de deportivismo y una gran mentalidad. Ejemplo: Mientras que en un partido varonil un jugador recibe una patada que apenas lo toca y éste se revuelca como si la pierna se le hubiera caído, una mujer intenta de inmediato ponerse en pie para poder seguir avanzando; además de que en los encuentros femeniles en rara ocasión se muestran tarjetas de amonestación o expulsión. Es sin duda, una practica muy limpia. ¿Será por que ellas son más suaves? Por lo que sea, pero es así.
A mi me gusta el futból, lo practico de manera informal, cada sábado, con algunos familiares y amigos, me siento a gusto con ello y mantiene una buena salud. Por el futból me he lesionado seriamente, he dejado fiestas importantes, me he acercado un poco más a mi familia, me hace reír y enojarme, me pone a cuestionar la mentalidad de varios jugadores, me relaja un poco, me ha hecho maravillarme de niño al ver por primera vez un estadio gigante y lleno de gente gritando, me ha hecho gritar con esa gente hasta el cansancio y creo que es por esto, por que soy una persona común que al igual que muchos que también son comunes viven con el futból este tipo de emociones, el que sea un deporte popular o el más popular en el país y el mundo en la actualidad.
Podrá dejarnos inconformes y molestos cuando los futbolistas no ganan o juegan bien, podrán decir lo que quieran los que consideran a este juego algo estúpido y podrá decir lo mismo aquél escritor de esa revista, pero no podrán asegurar nada, porque seguramente jamás han jugado futból.
Qué por cierto, en México no es fútbol ni football, es: Futból, con acento en