04 mayo 2010

Reflexiones sobre los Amigos (Las malas compañías)

Siempre pasa: nos llega un momento en el que repasamos por la mente varios momentos con los amigos y recordamos a los que hace tiempo no hemos visto. Reímos, estando solos, recordando momentos de alegrías.

Es bueno recordar y tener amigos un tanto distantes, así cuando los volvamos a ver tendremos de qué platicar, de qué recordar y volver a decirnos hasta pronto. Imagina si vivieran cerca o los viéramos todo el tiempo todos los días. Sería desesperante; hasta conoceríamos lo que no quisiéramos. Es bueno dar una pausa.

En esos momentos de recuerdos, intentamos amontonar a los mejores amigos en una lista mental y nos inventamos una escala para ver quién es o será, después de la evaluación, nuestro mejor amigo. Así, nos ponemos a intentar calificar: tal amigo hizo esto por mí, pero porque se lo pedí, aquél lo hizo por iniciativa propia, este otro hizo tal, ella hizo lo otro; y vamos incluso hasta calificando de carnales a varios de ellos. Pero al final siempre resulta que es imposible calificarlos; cada uno es distinto con nosotros, y en conjunto hasta pueden hacernos reventar de desesperación.

A veces esperamos que actúen de un modo o de otro y nos olvidamos que nosotros mismos no actuamos así y creemos que entonces llegan a ser egoístas o que simplemente se han olvidado de nosotros. No importa si no los vemos un rato, importa aquella vez que pasó tal o cual, importa cuando nos dieron una mano y nos acompañaron en los momentos difíciles, importa una llamada lejana, importa una fiesta, importan las angustias vertidas en ellos y queda para la reflexión si hemos hecho lo mismo, si a pesar de todo, aunque nos roce la muerte, logramos disimular que para uno la amistad es lo primero.

Las malas compañías

Joan Manuel Serrat

Mis amigos son unos atorrantes.
Se exhiben sin pudor, beben a morro,
se pasan las consignas por el forro
y se mofan de cuestiones importantes.

Mis amigos son unos sinvergüenzas
que palpan a las damas el trasero,
que hacen en los lavabos agujeros
y les echan a patadas de las fiestas.

Mis amigos son unos desahogados
que orinan en mitad de la vereda,
contestan sin que nadie les pregunte
y juegan a los chinos sin monedas.

Mi santa madre
me lo decía:
"cuídate mucho, Juanito,
de las malas compañías".

Por eso es que a mis amigos
los mido con vara rasa
y los tengo muy escogidos,
son lo mejor de cada casa.

Mis amigos son unos malhechores,
convictos de atrapar sueños al vuelo,
que aplauden cuando el sol se trepa al cielo
y me abren su corazón como las flores.

Mis amigos son sueños imprevistos
que buscan sus piedras filosofales,
rondando por sórdidos arrabales
donde bajan los dioses sin ser vistos.

Mis amigos son gente cumplidora
que acuden cuando saben que yo espero.
Si les roza la muerte disimulan.
Que pa' ellos la amistad es lo primero.